Conducta del niño ante la llegada de un hermano
Para los niños, la llegad de un hermano supone un nuevo papel en la familia, un cambio de estructura y de roles en casa. Si es hijo único pasa a ser el mayor, y si es el pequeño pasa a ser el «del medio». Además, los papás tenemos que repartir nuestra atención y nuestras muestras de afecto a un nuevo miembro de la familia, y es el bebé el que acapara la atención de los adultos del entorno.
Es de suponer que estos cambios puedan afectar al comportamiento del hermano o hermanos mayores, despertando ciertos celos en ellos que conllevan o pueden conllevar cambios en su conducta e incluso tener regresiones, y volver a etapas que parecía que tenía superadas. Todos estos cambios que se dan en el niño son normales y desaparecen con el tiempo, pero es importante que los papás les echemos una mano:
– No es raro que haya niños que con la llegada de un hermano empiecen a hablar como si fueran pequeños.
– Nos reclamen para tareas para los que ellos eran autónomos. Por ejemplo, niños que saben comer solos y de pronto nos piden que les demos de comer porque ellos no saben. O niños que dormían solos y ahora nos reclaman que durmamos con ellos o nos piden que les durmamos. Estas regresiones a una etapa pasada son el resultado del pensamiento del niño que cree que si al bebé le hacen más caso, entonces comportándose como bebés les harán más caso también a ellos.
– Puede ocurrir que el niño presente un carácter más irritable, o se muestre más sensible y llore con facilidad o se enfade sin motivo aparente. Es resultado de la tensión emocional que están viviendo, y que no sabe cómo gestionar, ya que no tiene las herramientas necesarias para ello.
– Hay ocasiones que el niño de pronto empieza a no querer que uno de los progenitores se haga cargo de él. Por ejemplo, no quiero que papá me acueste o me dé de comer y quiero que sea mamá, o al contrario, puede ocurrir que «no quieran» a mamá y reclamen todo el rato al papá para hacer todo con ellos.
– Tampoco es extraño que los niños quieran molestar a sus hermanos pequeños, les quitan el chupete, o les despiertan , o incluso les regañan como si fueran ‘sus padres’.
Todos estos comportamiento no son más que llamadas de atención, y no debemos alarmarnos. Lo importante es cómo gestionemos estos celos en los hermanos mayores, ya que en gran medida, de la actuación de los padres depende que ese comportamiento se atenúe o se agudice.